William Cenna, la historia de este personaje incluye episodios importantes para la cultura salvadoreña: Salsa Clave, El Sombrero Azul y La Vieja Fiebre. Sin embargo, el cerebro tras estos proyectos admite que no es músico.
Antes que nada se considera zapatero. Su familia vivió de la confección y venta de calzado. Esto le enseñó los secretos para considerarse empresario y agradece en ello los consejos de su padre. Es músico «de oído» y así dirige, arregla y coordina a destacados intérpretes de diferentes instrumentos.
«No me considero músico soy un tocador y amante de la música. Pero Dios me dio un oído privilegiado».
Así explica su habilidad artística.
Pero antes que nada, vive orgulloso de considerarse un zapatero.
La polémica con Charlie Sheen
Esto dio origen a una situación polémica en 2011, que fue conocida a nivel internacional.
El actor Charlie Sheen, famoso por su participación en el programa Two and half men, estaba en proceso de divorcio y en una ocasión expresó públicamente: «Preferiría irme al maldito El Salvador a vender zapatos en lugar de enfrentarme a mi ex mujer en la corte».
William Cenna era propietario de Salsa Clave y el comentario le indignó.
En poco tiempo compuso una canción dirigida a Sheen títulada un Tal Charlie Sheen (Go to hell míster Charlie Sheen,) que en parte de su letra expresaba:
«Mi país es un ejemplo para el mundo, yo no soy como vos: tremendo vagabundo con fama de drogadicto y vividor».
Otra de las frases que destaca es «Soy salvadoreño y bien trabajador, aunque venda zapatos lo hago cono honor, si vos querés venir a venderlos también, demostrame pues, quién es quién».
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La canción era retomada y comentada por público en diferentes partes del mundo. Sheen nunca respondió.
William Cenna explicó que el comentario del actor norteamericano le había ofendido el doble.
«Primero porque soy salvadoreño y también soy zapatero. Mi familia ha vivido de vender zapatos y eso no tiene nada de malo».
Director de oído
William tiene un oído privilegiado y eso le facilita dirigir y corregir a músicos académicamente mejor preparados que él.
En La Vieja Fiebre está Américo Mazariego, primer contrabajista de la Orquesta Sinfónica Nacional, «a quien no le sirvo ni para traer las tortillas,» dice.
Pese a su alta capacidad musical, Mazariego le dice a Cenna que es él quien debe dirigir la agrupación porque tiene un oído privilegiado.
William admite que su capacidad auditiva le permite en un ensayo o presentación, detectar cuando alguno de los músicos desafina. «Noto las congas atravesadas, cuando la batería toca muy fuerte. Noto todo», indica.
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William Cenna generalmente permanece tras bambalinas y su principal labor es administrar el restaurante El Sombrero Azul, La Vieja Fiebre, crear, definir proyectos y dar forma a ideas.
Pero sabe que la música, además de ser su pasión, lo acerca al público.
«Mi papá fue una gran escuela. Respiré comercio y mucha humildad. Estoy haciendo una réplica con mi hijo de lo que mi papá y mi mamá nos enseñaron», dice seguro.
Aún así vive y ama la música. Su bebé fue Salsa Clave. «Yo lo parí y de ahí surgieron grandes músicos, entre ellos Ligia Morales».
Hoy piensa en revivir ese concepto.
Igual trabaja para impulsar a La Vieja Fiebre «desde ahí donde se descalabro Fiebre Amarilla»
A Cenna le encantan los retos personales y este será uno más. A su juicio, debe ser a corto plazo porque «todos los integrantes ya estamos viejos».
Volver a nacer
Ya piensa en un paulatino cambio generacional y prepara a su hijo para ello.
Un gran paso en ese camino es la grabación de Volver a nacer, original de Kike Guzmán. Es una canción llena de simbolismo y amor por la patria.
El inicio de la canción:
«Si me permitieran donde volver a nacer, si me permitieran volar y vivir donde sea feliz, yo erigiría siempre el lugar pequeño, pero grande en su interior. Yo elegiría siempre volver a nacer en El Salvador. Esta es la tierra que me vio nacer y de su mano aprendí a correr. Ella es hermosa y grande como el sol y la amo como a nadie, como nadie ha amado a mi lindo El Salvador».
En la grabación participa su hijo, quien a sus 17 años está siguiendo sus pasos de empresario y músico.
Un hombre decidido y bondadoso
Cenna tiene principios muy marcados. Uno de ellos es «construir, no destruir».
Acostumbra con otros conocidos músicos reunirse en un café. En ocasiones llegan dueños de grupos musicales.
«Uno se siente bien porque no hablamos de músicos, sino que de música y los ignorantes de la música que están en este negocio por accidente se sienten mal cuando hablamos de armonía. Solo se quedan buscando zancudos» detalla.
Lamenta que cuando se trata de hablar mal de otros empresarios de la música, sí ponen atención.
«Respeto el trabajo de los que se esfuerzan», dice al poner como ejemplo a los hermanos Rivera, de Melao.
Considera que han hecho méritos para cobrar lo que cobran ya que trabajan arduamente.
«Algunas cosas que hacen han nacido en el café donde nos reunimos. Ellos llegan porque ven el ambiente que no somos dañinos.Ojalá todos pudiéramos trabajar sin envidias y apoyarnos» concluye.