Grupo Xolotl

César Merlos, los traspiés hasta ser músico

César Merlos
César Merlos, del grupo Xolotl, siempre quiso ser músico. Pero de niño no pudo, pese a estudiar en un colegio famoso por la formación artística. Su vocación saltó del sacerdocio a la milicia y arquitectura. Al final logró su sueño.

La primera impresión intimida. César Merlos es alto, serio, habla muy poco, mira fijamente y siempre tiene un instrumento musical entre sus manos.

A Merlos le gusta más escuchar que hablar. Piensa que aprende más al observar en silencio, sin tomar postura, siempre al acecho.

Merlos es miembro del grupo Xolotl desde hace 30 años. También lo fue de Bossa y otras agrupaciones. Su amor por la música le dio muchas complicaciones de joven e innumerables satisfacciones el resto de su vida.

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Su mamá no quería que fuera músico, pero lo pusieron a estudiar en el colegio Don Bosco, famoso por la formación artística y aprovechada por muchos de sus alumnos, especialmente por su orquesta.

César no fue afortunado. «Era el niño que no dejaban entrar a los ensayos. Esos malos no me dejaban», recuerda entre risas, aunque admite que en ese tiempo lloró en muchas ocasiones.

César Merlos
Para César Merlos, no hay forma de vivir sin un instrumento musical en las manos.

Al final lo expulsaron del colegio y se tuvo que graduar «en otro lado». Lo justifica en que era un niño rebelde que sólo quería ser músico.

La vocación

 

César Merlos del grupo Xolotl buscó un futuro académico primero en el seminario, con los salesianos. Iba en camino de ser sacerdote. Pero no era lo que quería. Se retiró y tomó una ruta opuesta. Se fue a la Escuela Militar, pero su preparación en la carrera castrense terminó al sufrir una lesión.

Empezó a estudiar arquitectura en la Universidad de El Salvador, pero la cerraron durante la guerra. Siguió en la Universidad Politécnica, pero no le gustó.

Fue entonces que hizo un alto en su camino hacia una profesión y pensó «Son carambadas, yo siempre quise estudiar música».

Y se inscribió en la que era la Escuela Nacional de Arte, después llamado Instituto de Formación Artística y al final Centro Nacional de Artes.

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No fue una etapa sencilla. Su madre vivió ese tiempo creyendo que César se preparaba como arquitecto. Al final tampoco le fue muy bien. Por la poca cantidad de alumnos, el MINED dijo que no podían hacer una escuela superior de artes. Merlos concluyó su formación y lo despacharon sin escalafón ni título de profesor.

Estudió también guitarra clásica con don Cándido Morales, en la Escuela Barrios Mangoré.

Había cumplido su sueño de formarse como músico.

César Merlos
Para César Merlos, el amor por la música fue causa de muchos problemas y frustraciones en su niñez y adolescencia. Foto/El Salvador Positivo

Poco después se anunció que la UES necesitaba un profesor de coro. Su hermana le hizo el currículo, lo presentó y a los tres días le dieron la plaza. Eso fue hace 27 años y aún trabaja ahí. Atiende el coro, los cantantes, da clases de piano, guitarra, etc.

La música ha sido su vida y a los 63 años se siente satisfecho. «Nunca me casé, no tengo hijos, en este trajín siempre quebraba con mis parejas», expresa.

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Trabajó más de 20 años con don Paquito Palaviccini en el grupo Bossa. Lo recuerda como un hombre muy disciplinado que les insistía en que un músico debe ser tan profesional como un médico o un periodista.

Desde 1969 Merlos también es Scout, por ello destaca el valor de la disciplina, el respeto y la importancia de mantener una buena imagen.

A Xolotl

 

«Somos guerreros de la cultura».

Así define el compromiso del grupo Xolotl con la sociedad.

No se sobrevive haciendo música y menos en el estilo cultural. Hay que tener otro trabajo, piensa. Para su fortuna su otro trabajo también está relacionado con la música en la UES.

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Describe a Xolotl como una hermandad. «Nos peleamos, nos contentamos, compartimos épocas buenas y malas. Siempre estamos unidos», indica.

Y posiblemente sea una de las bases para que este grupo sea tan querido. Transmiten esa unidad a su público. Cuando César llegó a Xolotl, lo consideró una escuela en la que se aprende. No hubo ni hay un interés económico, sino una satisfacción espiritual al ser parte del proyecto.

Recuerda que al incorporarse al grupo, pudo aportar con el uso de bongoes, timbaletas y bajo. Hoy sueña con sumar el piano de cola.

Cree que son seguidos por numerosos jóvenes porque su música tiene que ver con la tradición y los valores.

César Merlos
El grupo Xolotl es una hermandad para César Merlos.

«Hemos estado en conciertos de heavy metal con temor a no ser aceptados. Es difícil pensar que gustará El cóndor pasa, después de oír rock pesado. Pero gustamos. La música es energía que cae directamente a tu espíritu y la nuestra es de la buena,» señala.

Filosofía de vida

Como educador universitario y Scout, César Merlos considera que debe conocer las aspiraciones, hábitos, sueños y gustos de los jóvenes. Lo aprende escuchándolos.

«La soledad es perra y para ayudar a quien la sufre, basta con escucharlo, analizarlo y decir unas pocas palabras», sonríe al indicar que cuando lo hace, le dicen que tiene una buena conversación.

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Espiritualmente investiga las corrientes filosóficas y religiosas. Como bases, no le gustan las malcriadezas ni el mal comportamiento. Piensa que la disciplina y el respeto a uno mismo y a los demás, son básicos para lograr el desarrollo de las personas.

No cree que deba soportar a personas insolentes ya que eso es perder el equilibrio emocional y la ecuanimidad.

Tampoco se arrepiente de nada de lo que ha hecho ni cree que haya nada que cambiar.

«No sos vos el que decide, es la divinidad por la que estamos aquí. Hay una conjunción de cosas por las que estamos en esta entrevista», explica.

Por todo ello se siente a gusto en la «hermandad de Xolotl», porque es una forma de transmitir valores y cultura.

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Se siente satisfecho de contribuir a que los jóvenes conozcan la música de Mesoamérica, que sepan que hay otros panoramas musicales que se deben analizar y que, espiritualmente también ayudan al crecimiento del individuo.

César Merlos del grupo Xolotl espera seguir enseñando música y disfrutando de ella lo que quede de su vida.

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